O publicidad ecológica engañosa.

Es un término utilizado para describir la práctica poco honesta de algunas empresas respecto a sus productos y a sus políticas de medio ambiente.

El término se utiliza generalmente cuando una cantidad significativamente mayor de dinero o de tiempo se ha gastado en publicidad verde (es decir, con la consideración por la explotación del medio ambiente), en lugar de gastar recursos en prácticas ecológicamente racionales. Esto es a menudo retratado cambiando el nombre o etiqueta de un producto, para dar la sensación de natural, por ejemplo, poner una imagen de un bosque en un frasco con sustancias químicas nocivas.

Sólo el 2% del número cada vez mayor de los auto-proclamados productos verdes o ecológicos en las tiendas cumplen plenamente con lo que anuncian en sus etiquetas. Vamos, que la vasta mayoría de compañías que usan reclamos supuestamente respetuosos con el medio ambiente cometen “Greenwashing” o publicidad ecológica engañosa.

Inducir a error a los consumidores sobre los beneficios ambientales de un producto o de las prácticas de una empresa, ése es el pecado que cometen todo tipo de compañías. Y el caso es que el número de productos verdes disponibles en las tiendas ha aumentado de manera espectacular entre 2007 y 2009. Y las credenciales ecológicas y estrategias de marketing basadas en falsedades se han hecho, igualmente, cada vez más creativas.

Se identifican 7 faltas relacionadas con el Greenwashing:

1- El pecado oculto de los “trade-off”: por ejemplo, «Eficiencia energética» en productos electrónicos que contienen materiales peligrosos.

2- El pecado de “no prueba”: por ejemplo, champús que afirman tener “certificado orgánico”, pero sin certificación verificable.

3- El pecado de “la vaguedad”: por ejemplo, productos que afirman ser 100% naturales cuando muchas sustancias naturales son peligrosas, como el arsénico y formaldehído.

4- El pecado de “la irrelevancia”: por ejemplo, productos que afirman ser sin CFC, a pesar de que los CFC se prohibieron hace 20 años.

5- El pecado de “Fibbing”: por ejemplo, productos que falsamente afirman estar certificados por un estándar medio ambiental reconocido internacionalmente como EcoLogo, Energy Star y Green Seal.

6- El pecado de “el menor de dos males”: por ejemplo, cigarrillos orgánicos o pesticidas ambientalmente ecológicos.

7- El pecado de “falsas etiquetas”: cometido por un producto que, ya sea a través de palabras o imágenes, da la impresión de aprobación de terceros aunque no exista realmente tal aprobación; falsas etiquetas, en otras palabras.

A quién todo esto le parezcan pésimas noticias, le dejo unas palabras con las que tal vez encuentre algo de alivio:

La buena noticia es que la creciente disponibilidad de productos verdes muestra que los consumidores están exigiendo más opciones respetuosas con el medio ambiente y que los comerciantes y los fabricantes están escuchando.